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jueves, 8 de marzo de 2018

Sororidad entre feminismo y activismo ciclista


El 8 de marzo está marcado en morado en nuestros calendarios. Es un día para la celebración por la alianza entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados, pero también para denunciar desde una perspectiva de género el actual modelo de desarrollo basado en la desigualdad y el consumo ilimitado de recursos personales y naturales. Sin embargo, sabemos que aún no es suficiente: queda mucho por avanzar y nosotras seguimos luchando. Por eso, un día como hoy, en el que se celebra la primera huelga feminista de la historia, la bicicleta se presenta como una herramienta sencilla, pero de un potencial casi ilimitado con la que hacer llegar nuestro mensaje transformador por la igualdad y la pacificación de nuestros entornos.

A diferencia de lo que estamos acostumbradas a pensar, debido en parte a estereotipos y grandes competiciones deportivas, desplazarnos en bicicleta constituye una forma amable, segura y eficaz de transporte accesible para cualquier edad y casi cualquier condición física en la que la única barrera posible es la de la configuración arquitectónica de nuestras ciudades y vías de comunicación pensadas para favorecer un uso invasivo del tráfico motorizado a alta velocidad. Sin embargo, nosotras sabemos bien de luchar contra barreras de dominación y privilegio, de buscar alianzas contra los que desde sus asientos nos marcan con alfombras rojas recorridos y diseños de bicicletas para mujeres que solo buscan la estética, pero que por lo general no llegan a ninguna parte y que a la postre lo único que consiguen es encarrilarnos y apartarnos de la funcionalidad y el espacio que nos corresponde con los mismos derechos y obligaciones



Este tiempo también ha llegado a su fin. Ya no esperamos a nada para coger nuestras bicicletas. No necesitamos ningún evento organizado ni infraestructura que nos condicione nuestro recorrido. No necesitamos gurúes, ni entrenadores personales para salir a rodar. Nuestros cuerpos no precisan ningún diseño especial de bicicleta. Nos gustan deportivas, de paseo, plegables, grandes o pequeñas. Recorremos a nuestro antojo decenas, cientos o miles de kilómetros y lo hacemos con pantalones, faldas, mayas o incluso desnudas si se presta.

La sororidad entre la lucha feminista y el activismo ciclista está sustentada por eslabones de una cadena común cuyos engranajes nos mueven hacia una conciencia universal emancipadora en busca de la autonomía personal, la igualdad y el fin de la violencia y cuyos límites solo pueden venir definidos por nuestra propia perseverancia. 

Feliz 8 de marzo.

BiciNorte 
www.madricicleta.com


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